EL AGUA:
La mayor parte del agua está en los mares y océanos, en los ríos y
los lagos, pero también hay agua por debajo del suelo: de allí la
sacamos los hombres, cavando agujeros que llamamos pozos.
Con el calor del sol, el agua se evapora y asciende por la
atmósfera: al llegar a cierta altura, con el frío, el vapor se vuelve a
condensar en gotitas de agua, formando así las nubes.
Esas nubes se desplazan, empujadas por el viento. Si llegan a algún
lugar más frío (por ejemplo, si una montaña les obliga a subir aún más
alto) o si las gotitas, al juntarse, aumentan demasiado su volumen, se
produce la lluvia: las gotas caen al suelo.
Si la capa de aire donde llega la nube es muy fría, las gotitas de agua se cristalizan en copos de nieve.
A veces, entre la nube y el suelo se cuela una capa de aire helado:
las gotas de agua que caen de la nube, al cruzar ese aire tan frío, se
congelan y caen en forma de granizo.
Al caer al suelo, el agua de la lluvia o de la nieve, cuando ésta se
derrite, va resbalando o se filtra dentro del suelo, siempre hacia
abajo.
De esta forma, a través de los ríos el agua vuelve al mar y el ciclo vuelve a empezar.
Las mayores precipitaciones se producen en torno al Ecuador y en las
zonas templadas cercanas a los océanos, pero hay zonas donde apenas
llueve: son zonas áridas.
No siempre llueve de la misma forma: hay lloviznas, chubascos,
aguaceros, trombas de agua y tampoco llueve igual todos los años: a
veces pasan varios meses sin llover, es la sequía. Otras veces llueve
tanto que los ríos se desbordan y provocan inundaciones.